jueves, 20 de agosto de 2015

El tambor oceánico

El sonido del mar envolvía mi calma. Estaba acostado en la arena, en la playa de Famara, con los ojos cerrados imaginando las olas, olas que no paraban de llegar a la orilla mientras yo agradecía la salud que tenía. Sentía el sonido del agua acercándose, olas rebosantes de espuma blanca y de fuerza arrolladora, que después perdían su fuerza y morían en la arena, regresando tímidamente al océano que las vio nacer. Las olas iban y venían, nacían y morían y yo agradecía la salud que tenía. Era un constante movimiento, un baile eterno, un no acabar. Si una voz te dice lo contrario le respondes gracias por participar, escuchaba de fondo, así que seguía agradeciendo esa salud tan maravillosa que inunda mi cuerpo…



Al final abrí los ojos y desperté en el salón de meditación. El sonido de un tambor oceánico me había trasladado a la playa, me recordaba el sonido del mar. Gracias…

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