domingo, 17 de diciembre de 2017

¡SORPRESA!

Vi un cartel anunciando un concierto, compré las entradas, me encantó la cantante, se me ocurrió la idea de regalarle un libro, pero me secuestró la vergüenza y me quedé en la butaca sin hacer nada. Acabó el concierto y nos fuimos como vinimos. Podría contarles eso... Sí, podría contarles eso pero estaría mintiendo...

Lo voy a intentar otra vez. La tarde anterior vi un cartel anunciando un concierto de soul. Umm, suena bien, un buen plan, ¿por qué no? Al día siguiente me dio por averiguar en Internet y... ¡SORPRESA! La cantante venía de Canadá. ¿Canadá, en serio? ¿Es una señal? Entonces un impulso me hizo comprar las entradas sin pensar. Un atasco se interpuso en nuestro camino y dijimos "esto es lo que hay, aceptación, porque con los atascos no podemos hacer nada". Bailar y comer almendras dentro del coche, eso es lo que hicimos. Al final llegamos retrasados pero a tiempo, no sé si me explico, porque el concierto también se había retrasado. Igual la cantante esperaba por nosotros, me gusta imaginar. El concierto empezó y la voz me elevó al cielo, todos, el grupo entero nos hizo soñar, no teníamos ganas de despertar... Entonces otro impulso me dijo que ojalá hubiera traído un libro para ellos, quién sabe dónde irá a parar, quién lo leerá, a quién ayudará... Me gusta imaginar todo eso... Y otra vez ¡SORPRESA!, pues mi amiga tenía en su bolso el libro que hace una hora le había regalado. ¿Perdona, en serio? Esto es magia... ¡Ya le regalaré otro a ella! "Pero no creo que seas capaz de dárselo, ¡qué vergüenza!", mi vocecita saboteadora me susurraba. Pero qué poco me conoce... ¿Cuántas veces iba a tener esa oportunidad? Tal vez ninguna, la ocasión era única. Mi intención es ir el proximo año a Canadá, ellos son de Canadá... ¿es una casualidad? Así que inicié el contacto visual: "esto es para ti, te lo quiero regalar, después del concierto te cuento", le dije con gestos. Oye, ella pareció entenderlo. Cuando hay intención, sobran las palabras... Y otra vez ¡SORPRESA!, al acabar el concierto, el guitarrista que encandiló a mi amiga salió por el pasillo y le lanzó un beso... una historia de amor sin apenas duración, pero amor de los buenos, intensos. Y claro, me lancé a hablar en inglés. ¡Oye, qué soltura tengo, ya ni pienso lo que digo, simplemente lo digo! Y una foto que les lancé. Y le di el libro, para todo el grupo, hagan con él lo que quieran, pensé. Pero "también quiero hablar con la cantante", le dije. "Sí, claro", nos contestó. Y mientras los fans se hacían fotos nosotros esperábamos al final, porque ya nos sentíamos amigos, qué rápido todo... Y por fin el encuentro más esperado, abrazarla y explicarle todo. El próximo año me voy a Canadá, a Vancouver, ustedes son de Canadá, de Toronto... "¿Es tu historia?", me preguntó. "Sí", le respondí. "¿Pero estás bien?", me volvió a preguntar emocionada. "Sí, más vivo que nunca", le contesté con una gran sonrisa. Ella no paraba de llorar, yo no paraba de reír... "¿Sabes una cosa?", le dije, "la vida me regala cada día una SORPRESA y hoy ha sido conocerte". "Te escribiré", me prometió. No sé si lo hará, pero me da igual, porque lo importante fue vivir ese momento, sin saber si tendrá continuidad. Les he contado todo eso y no sé si me creerán, pero me da igual, porque todo es un sueño, nada es real... ¿Qué hubiera pasado si me hubiese dejado arrastrar por la vergüenza? Menos mal que no le hice caso...





No hay comentarios:

Publicar un comentario