miércoles, 17 de junio de 2015

Símbolos y acuerdos

Cuando fui a Francia o a Jordania y escuchaba a la gente hablar, fui más consciente de ello. Por aquí comparto un extracto del libro “El quinto acuerdo”...

Si centramos nuestra atención en el modo en que se ha creado cada palabra, descubrimos que cualquiera que sea el significado que le asignamos a dicha palabra, se lo damos sin una verdadera razón. Unimos palabras de la nada; las inventamos. Los seres humanos inventamos cada sonido, cada letra, cada símbolo gráfico. Oímos un sonido como el de la “A” y decimos: “Éste es el símbolo para ese sonido”. Dibujamos un símbolo que representa el sonido, unimos el símbolo y el sonido y le damos un significado. Por consiguiente, todas las palabras en nuestra mente tienen un significado, pero no porque sea real, no porque sea la verdad. No es más que un acuerdo que establecemos con nosotros mismos y con las demás personas que aprenden la misma simbología...

Si viajamos a un país en el que la gente habla una lengua distinta, de repente nos damos cuenta de la importancia y el poder del acuerdo. Si aprendemos a hablar inglés y vamos a China, oímos hablar a la gente, pero no entendemos ni una palabra de lo que dicen. Nada tiene sentido para nosotros, porque no utilizan la simbología que hemos aprendido. Muchas cosas son extranjeras para nosotros; es como estar en otro mundo. Si visitamos sus lugares de culto, descubrimos que sus creencias son completamente diferentes, sus mitologías no tienen nada que ver con lo que nosotros hemos aprendido. Un modo de llegar a entender su cultura sería el de aprender los símbolos que utilizan, es decir, su lenguaje, pero si aprendemos una nueva manera de ser, una nueva religión o filosofía, esto podría generar un conflicto con lo que habíamos aprendido anteriormente. Las nuevas creencias chocan con las viejas creencias y la duda surge de inmediato: “¿Qué es correcto y qué es incorrecto? ¿Es verdad lo que aprendí antes? ¿Es verdad lo que estoy aprendiendo ahora? ¿Cuál es la verdad?”

Si cobramos conciencia de esto, resulta fácil comprender que todas las distintas mitologías, religiones y filosofías del mundo, todas las distintas creencias y maneras de pensar, no son más que acuerdos que establecemos con nosotros mismos y con otros seres humanos. Son nuestra creación, pero ¿acaso son verdaderas? Todo lo que existe es verdadero: la tierra es verdadera, las estrellas son verdaderas, el universo entero ha sido siempre verdadero. Pero los símbolos que utilizamos para construir lo que sabemos son sólo verdad porque lo decimos nosotros”.


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