lunes, 15 de junio de 2015

Coloreando mandalas

Si algo he aprendido durante este fin de semana es que antes de reprender o corregir la actitud de un niño, hay que ponerse en el lugar del niño y recordar si tú, cuando fuiste niño, no hacías lo mismo. Gestionar los conflictos entre niños desde la visión de un adulto a veces no es lo más acertado. Hay que dejar que las cosas fluyan, observando la situación y actuando sólo en aquellos casos en los que el conflicto vaya a mayores. Ellos, como niños, sabrán resolver el asunto sin la intervención de ningún adulto...

El sábado acompañé a mi sobrino Diego al curso de reiki impartido por Ángela. Yo, que iba de oyente, al final acabé disfrutando como un niño con el resto de niños: meditando, jugando con la energía y coloreando mandalas, cuya finalidad es conseguir una alta concentración y relajación, pero que el dibujo también llevaba algún mensajito de regalo: “Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud” o “Creí que pensando viviría mejor. Luego pensé mejor y me decidí a vivir”...



Lo dicho, y sin miedo a excederme, estoy eternamente agradecido. Gracias Diego, Claudia, Santiago y Ángela por el rato compartido...

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