lunes, 4 de noviembre de 2013

Bailar con la vida

Este fin de semana fue la culminación perfecta para estas dos últimas semanas de mi vida en las que comencé bailando y acabé bailando...

Hace dos semanas interpreté a un príncipe que invitaba a bailar a una princesa para hacerle ver que la vida era mucho más de lo que ella creía, para hacerle sentir que merecía la pena vivir la vida y disfrutar de ella...y ayer fue la vida quien me invitó a bailar para que sintiera lo bello y hermoso que es vivir...

Me tendió la mano y yo le entregué mi ser. La música empezó a sonar y mi cuerpo no paró de vibrar. Confía en mí, me susurraba, confío en ti, le susurraba. Mis pensamientos se desvanecieron y sólo escuchaba los acordes de una melodía que quedó grabada en mi corazón, o que despertó de mi corazón, porque siempre estuvo ahí pero permanecía escondida, oculta tras una cortina, esperando el momento adecuado para resonar con toda su fuerza y devolverme la chispa de la vida, esa chispa que sabía que tenía pero que los pensamientos de estos últimos días me la escondían. Esa chispa vuelvo a verla con claridad plantada en mi corazón y sé que es mi guía...

Y al acabar el baile, tumbado sobre mi cama, sentí como mis lágrimas bailaban en la cara y limpiaban mi alma, lágrimas de total gratitud por haber recordado lo inmensamente bello de la vida, lágrimas de liberación, lágrimas de sanación...

...y el baile continuó en mis sueños, sintiendo como la vida me bailaba o yo la bailaba, acompasados ambos con un rumbo fijo en la misma dirección. ¿Vas de mi mano o vas por tu cuenta?, me preguntaba, voy de tu mano, le respondía, no quiero soltarte nunca porque sé que eres mi vida...

Imposible olvidar la melodía, donde ayer sólo había pensamientos y preguntas, hoy sólo resuena el sonido de un tambor invitándome a bailar con la vida...

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