lunes, 23 de septiembre de 2013

Algo que leí

Hoy quiero compartir algo que leí anoche...


Acostúmbrese a reservar cada día un rato para pensar a quién y a qué está agradecido ese día. Con todo lo inofensiva que parece, esta sencilla práctica, si consigue convertirla en rutina, tiene el potencial de iniciar un giro copernicano en su vida.
 
Reflexionar cada día sobre qué está agradecido, cambiará su actitud hacia los demás y hacia lo que le sucede. Lo dijo Proust: “Nada ha cambiado, pero como yo he cambiado, todo ha cambiado”. Un cambio de actitud concluye, antes o después, pero necesariamente, en un cambio de vida. Matemática pura al servicio de la felicidad humana.
 
Si reflexiona más a menudo sobre todas esas pequeñas o grandes cosas por las que tiene que estar agradecido, vivirá más en paz consigo mismo. Será mucho más consciente de todo lo que recibe, empezando por el regalazo que es estar vivo, y esa propia conciencia le permitirá vivir sin miedo, vivir desenfadadamente.

¿Por qué no empezar ahora? Piense en todo aquello por lo que tiene que estar agradecido hoy... Para empezar, por estar vivo... Un, dos, tres, responda otra vez. Con algo de práctica, observará cómo es capaz de encontrar cada vez más motivos por los que dar las gracias.

En algunos aspectos, su relación con la vida funciona igual que con una pareja. Uno de los modos más eficaces que se me ocurren de arruinar una relación de pareja consiste en no reconocer ni agradecer a la otra persona lo que hace por uno. Con las amistades sucede igual. La buena noticia es que al revés también funciona: exprésele a su pareja su agradecimiento por ese favor que le ha hecho o por ese plato de comida tan rico que le ha preparado, o por ese detalle casi inapreciable que sólo usted ha observado..., y le estará dando salud, alegría y vida a la relación. ¿Le apetecería cuidar o mimar a alguien que no le da las gracias ni valora lo que hace?

Piense en la vida como en una persona a la que también le gusta que le reconozcan su trabajo. Acostúmbrese a sentir o mostrar agradecimiento y observará cómo inevitablemente empiezan a sucederse cambios.

Soy plenamente consciente de que hay situaciones profundamente difíciles o dolorosas y que en esos momentos resulta difícil pensar en términos de agradecimiento. Entonces surge la duda, el pesimismo, la queja... Sin embargo, he acabado por comprobar que algunas de las realidades más difíciles por las que he pasado han cobrado perfecto sentido tiempo después. A veces, mucho tiempo después. Nos creemos demasiado listos, creemos saber lo que está bien y lo que está mal, para nosotros y para los demás. Nos olvidamos de que formamos parte de un algo más grande que cada uno de nosotros que es la vida y que lo que uno piensa o cree no siempre puede o debe ser... Nos olvidamos de que la vida vive a través de nosotros. Nos olvidamos de que la vida a veces nos ofrece lo que más necesitamos antes de lo que más queremos. Se trata, sin duda, de un reto, pero en las situaciones difíciles es cuando más conviene acordarse de ese principio”.
 
...espero que les haya gustado...

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