jueves, 13 de noviembre de 2014

Los extraños alegres que no tienen nada

Desde la ventana de la nueva oficina puedo ver las montañas, las nubes, la lluvia, porque ayer ví llover desde la ventana. También puedo ver los pueblos, Montaña Blanca, Tías, Güime. ¡Hay que ver cómo ha crecido Güime! Y también veo árboles, sobre todo palmeras, y coches, muchos coches, con un montón de gente que no conozco en su interior, aunque ayer me dijeron que los extraños no son extraños, son amigos que aún no hemos conocido. Todo eso y más puedo ver desde la ventana, y no es que me distraiga del trabajo, porque mientras tecleo lo que tengo que teclear, de vez en cuando giro mi cabeza hacia la izquierda y lo puedo ver todo, como ahora, que acabo de ver una gaviota pasar. Me paro unos segundos que aprovecho para agradecer lo que estoy viendo...y sigo tecleando, con alegría, entusiasmo, salud, prosperidad y serenidad, porque ayer alguien también me dijo que sale de su casa y dice que es prosperidad, serenidad, salud, entusiasmo y alegría. Realmente pedía todo eso, diciendo quiero..., pero le recomendaron que en lugar de pedir afirmara todo eso, porque ya lo es. Y otra frase que me provocó ciertas carcajadas al llegar a casa fue la de que “tú no tienes nada, simplemente te crees que lo tienes”. Tomaaaaa, día redondo...


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