viernes, 17 de enero de 2014

Como si fuera la primera vez

Ir a la playa, como si fuera la primera vez; ver una puesta de sol, como si fuera la primera vez; sentir un abrazo, como si fuera la primera vez; degustar los alimentos, como si fuera la primera vez; amar, como si fuera la primera vez, incluso ir al trabajo como si fuera la primera vez...

¿Por qué cuando ya conocemos algo no lo vivimos como si fuera la primera vez? Tendemos a decir que ya hemos visto eso o ya hemos hecho lo otro, anulando con ello toda posibilidad de sorpresa. ¡Dios, qué bonita puesta de sol! Ah, sí, son muy bonitas, ya lo sé. ¡Qué sensación más rica al caminar sobre la arena con los pies bajo el agua! Ah, sí, yo ya estoy acostumbrado, vengo todos los días. En vez de eso, ¿no sería mejor probar y poner todos los sentidos en la experiencia?, porque cada día puede ser diferente y te podrías sorprender, aunque creas que ya lo sabes todo...

¿Y si viviéramos todo como si fuera la primera vez? ¿Y si amaneciéramos cada día con nuevos ojos sin ningún recuerdo del pasado?


 
Me gustaría aprender y desaprender para siempre sorprenderme con lo que aprenda y anular el “ya lo sé”, porque la vida es un continuo aprendizaje...

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