domingo, 10 de mayo de 2020

Y de repente... YO

Así fue como nací. Érase una vez un avispado y veloz espermatozoide que ganó la carrera a millones de contrincantes para fecundar a un lindo óvulo. Entonces se creó un embrión, que más tarde se transformaría en feto y tras permanecer plácidamente en el vientre de su madre durante unos nueve meses, salió al exterior un 10 de mayo de 1981. Y de repente... YO, inocencia pura, eso es lo que era, lo que soy y lo que siempre seré, pero enseguida me pusieron el nombre de Ibán y me empecé a despistar tratando de encajar en ese disfraz, haciendo caso a las carantoñas que me hacían, afianzando una nueva identidad basada en lo que me decían, buscando agradar a los demás, esforzándome por vivir en lugar de vivir en paz, en definitiva, hacer de todo menos ser y estar...



Por suerte, de algunas cosas me he dado cuenta y de otras tal vez me dé cuenta antes de abandonar este mundo terrenal. Hoy han pasado 39 primaveras desde ese alumbramiento y lo único que puedo decir es gracias por seguir aquí. A lo largo de mi existencia he cogido muchos caminos, carreteras, autopistas, atajos, rotondas, cambios de sentido y algún que otro sin sentido, y todos han sido necesarios para llegar hasta aquí y apreciar este momento presente: estar escribiendo en este blog para agradecer lo bonito que es vivir... Y mientras siga habiendo vida, seguiré caminando para descubrir qué sorpresas me tiene preparada la vida...

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