miércoles, 29 de mayo de 2019

Día 5: Nací con una estrella

Al acabar el día es cuando me pongo a escribir y muchas veces me pregunto: ¿qué hice hoy? Relatar este viaje a través del blog es un regalo que también me estoy haciendo a mí mismo para que lo vivido no se diluya en el olvido. Entonces caigo al corazón y recuerdo lo más esencial...


El día comenzó visitando el primer templo budista de Sri Lanka llamado Mihintale. Allí conocimos a Tharanga y la verdad es que nos trató de maravilla. Gracias a él pude conocer un poco más de la filosofía budista y como, si reciben regalos, ellos ofrecen bendiciones multiplicadas por dos. A mí me recordó lo que yo suelo llamar "cuando das se multiplica" y al final nos regalamos mutuamente, él una de sus pulseras y yo una camiseta con el nombre de Lanzarote...



Y después del almuerzo, esta vez casi sin picante, fuimos a visitar el Parque Nacional de Minneriya con la intención de ver elefantes en libertad. Y pudimos divisar unos cuantos grupos desde muy lejos, aunque a mí me sabía a poco pero entendía que no debía bajar del camión por seguridad, ¡cuánto me hubiera encantado acercarme un poco más!, pero de repente nos encontramos con un grupo que estaba próximo a la carretera y casi pudimos rozarlos con nuestras manos... ¡Qué bonitos! Fue una experiencia nueva y recordé la actividad del taller en la que cada uno se identificaba con un animal y yo me sentí elefante, tan grande, pisando fuerte la tierra...



Pero además de los maravillosos elefantes, pudimos ver búfalos, ciervos, cocodrilos, un montón de variedad de aves, vacas y pavos reales, sí, vacas y pavos reales, lo que me sorprendió muchísimo porque ni por un momento me imaginé que pudieran vivir en medio de un hábitat tan salvaje, los hacía más domésticos o animales de granja... Y lo que más me sorprendió fue lo que mi amiga denominó el nido de las mariposas, un charco de barro en medio de la carretera repleto de mariposas blancas que cogieron vuelo a nuestro paso...

En el camino de vuelta, el coductor del safari se paró y salió del jeep. ¿Qué va a hacer?, pensé. Y de repente vi que recogía unas gafas en medio de la carretera. ¡Son mis gafas!, le exclamé tan feliz. Habían desaparecido de mi cabeza sin darme cuenta y las recuperé cuando era impensable recuperarlas. Y entonces me acordé de mi amiga que siempre dice que tengo mucha suerte y que en lugar de estrellado nací con una estrella. Pues no lo sé, la verdad es que mi pensamiento fue: ya no tienes gafas, necesitas comprarte otras nuevas, pero el sol no te va a impedir que disfrutes de esta gran experiencia... Y al final aparecieron y mis ojos lo agradecieron porque pudieron protegerse de la luz tan intensa que producía la estrella solar, será que nací con una estrella...



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