lunes, 11 de mayo de 2015

Sí fue posible

A pesar de que se había reservado con antelación y nos lo habían confirmado, no pudimos ensayar el día anterior porque el teatro lo ocuparon con otra actividad, así que con un sólo día para montar y ensayar no nos dio tiempo de todo lo que nos hubiera gustado. La tensión era palpable y parecía que todo iba a salir mal. Observaba, desde la distancia, esos flujos de negatividad y decidí no entrar porque por la mañana me habían regalado devolverme a la paz y ese era el camino en el que quería continuar, así que ya tenía pensado qué quería pedirles a mis compañeros como regalo de cumpleaños...



Sin previo aviso y en medio de la tormenta, salió un rayo de luz por un lateral del escenario y, desde ese momento, todo empezó a cambiar. Mis compañeros portaban una gran tarta con dos velas y un cartel que rezaba “nada es imposible”, la frase que más me gusta y emociona de la obra, y empezaron a bailar. Me tenían una coreografía montada. Yo les miraba embobado, con la boca abierta y sin parar de sonreír. Estaba sorprendido, emocionado, agradecido, pues nunca había recibido una sorpresa como aquella. De nuevo, la vida me estaba regalando vivir una experiencia por primera vez. Tan atontado me quedé mirando el baile, que al rato me vine a dar cuenta de que también estaban proyectando un vídeo con imágenes de la obra. Todo un regalazo...



Yo les quería pedir un regalo y me sorprendieron con ese regalo que ya tenían montado pero, aún así, les dije que si en el día de mi cumpleaños había decidido estar allí y no en otro lado, es porque confiaba en todos ellos, por la pasión y entusiasmo que ponen en todo lo que hacen. A pesar de que el ensayo general, si es que pudo llamársele general, salió fatal, ahora íbamos a dar cada uno el 100% de nuestro entusiasmo por todos los que pronto iban a estar sentados en sus butacas disfrutando de la magia. Eso es lo que quería de regalo, que saliéramos a disfrutar, como siempre nos apunta la directora cada vez que salimos a escena. Y también les prometí a mis compañeros que hoy titularía la entrada como “sí fue posible” y así lo estoy haciendo...



Algunas medias nos quedaban algo chicas y apretadas, las cremalleras de los vestidos de la princesa se rompieron y mi espada se quedó atascada. Aún así, nadie se dio cuenta de nada, sólo nosotros, que salíamos del paso improvisando y disfrutando. Los niños y no tan niños volvieron a reír y ese fue también mi regalo...



Al final sí fue posible y recaudamos más de mil euros a favor de los animalitos de Sara. Eternamente agradecido...

1 comentario:

  1. Que sorpresa tan chula!! Y que bueno ese dinerito recaudado para los animalitos :-) un beso grande mi niño!

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