miércoles, 3 de diciembre de 2014

Afortunado

No soy yo de coger el teléfono cuando no sé quién está llamando, porque la mayoría de las veces es para vender algo, pero como era un número local lo cogí. Al final resultó que también era para vender algo...

Comercial: Buenos días.
Yo: Buenos días.
Comercial: Mi nombre es Grimanesa y llamo de Seguros Santa Lucía.
Yo: Encantado (y por dentro riéndome porque recordaba lo de “aquello a lo que te resistes, persiste”. Querías evitar llamadas de ese tipo, pues ahora te la comes con papas).
Comercial: ¿Por casualidad tienes algún seguro de defunción?
Yo: Sí, ya tengo uno.
Comercial: ¿Y cuáles son las condiciones?
Yo: Pues no tengo ni idea, porque lo paga mi madre.
Comercial: Ah, qué afortunado eres.
Yo: Pues sí, la verdad es que soy muy afortunado (y pensando...no lo sabes tú bien).
Comercial: ¿Y no te interesaría cambiar?
Yo: Pues la verdad es que no.
Comercial: Claro, como te lo paga tu madre (entre risas).
Yo: Pues sí, ya te dije que soy muy afortunado (más risas).
Comercial: ¿Y seguros de hogar? Supongo que tendrás, ¿no?.
Yo: Sí, ya tengo uno con el banco.
Comercial: ¿Y cuánto pagas?
Yo: Pues ahora mismo no me acuerdo, unos 180 euros más o menos (y en eso escucho un resoplido). ¿Por qué, es muy poco?
Comercial: No, es carísimo, nosotros tenemos unos mejores.
Yo: Ah, pues si me pasas la oferta seguro que lo contrato, porque yo llevaba tiempo con ganas de cambiarlo.
Comercial: Y si lo tienes con el banco seguro que tendrás seguros de vida, porque los bancos te lo exigen por el tema de las hipotecas (porque le dije que tenía una hipoteca).
Yo: Pues no, a mí no me obligaron a hacer ningún seguro de vida.
Comercial: Pues menuda suerte, porque normalmente te lo exigen.
Yo: (entre risas) Grimanesa, ya te dije que soy muy afortunado, y encima quería cambiar el seguro de hogar y vas tú y me llamas.
(y después de hablar un rato más con ella para acordar lo del seguro...)
Comercial: Pues nada, ya te llamo para el 15 de enero y te envío la oferta. Y si conoces a algún amigo que quiera también un seguro me llamas.
Yo: Entonces la afortunada vas a ser tú, porque no venderás uno sino dos.
Comercial: Claro (entre risas), la fortuna hay que repartirla.
Yo: Pues sí, tienes toda la razón (y seguí riéndome un rato más después de colgar).

Y es que con la conversación volví a recordar que soy muy afortunado...


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