viernes, 2 de noviembre de 2018

Puedo construir lo que siento...


Y puedo construir lo que siento, eso es lo que estoy aprendiendo… Imaginemos el caso de alguien que está estudiando muy duro para aprobar un examen y conseguir un puesto de trabajo, pero al final suspende… La emoción brota, esa es inevitable, y puede ser tristeza por la pérdida o enfado por no conseguir lo que quería conseguir… Y después de la emoción entran en juego los pensamientos… ¿Qué tipo de pensamientos merodean por tu mente? Si te dejas contagiar por un bucle negativo en el que piensas que nunca consigues nada, que no vales para nada, que siempre te pasa lo mismo, que es imposible, estarás creando un sentimiento de desolación, apatía, abatimiento… Pero si en lugar de eso te da por pensar que este traspiés te servirá para mejorar, que las cosas pasan porque algo mejor está por llegar, que vas a enfocarte en la oportunidad que hay detrás de este aparente fracaso, probablemente te sentirás esperanzado, motivado para mejorar… Entonces, ¿de qué depende lo que sintamos? De nosotros, de los pensamientos que alimentemos. Puedo construir lo que siento…



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