viernes, 4 de marzo de 2022

Día 13: ¡Alerta sísmica!

De verdad que desconocía que en México están constantemente en alerta sísmica y a mí me ha tocado vivirlo de lleno, o casi lleno, porque a pesar de que hubo un terremoto de 6.2 no fui consciente de ello...

8:30 de la mañana, estaba en el hotel viendo la tele mientras esperaba a mi amigo conejero, sí, dos de Lanzarote coincidiendo en la Ciudad de México. De repente empieza a sonar una especie de sirena y a mí me dio por subir el volumen de la televisión ya que me costaba escuchar, pero de refilón alcancé a oír lo de alerta sísmica... Me asomé por la ventana y empecé a ver a un montón de gente saliendo de los edificios y dirigiéndose a un punto central en la calzada... ¿Será que habrá que salir a la calle?, pensé, pero como no sentía nada me dije que tal vez sería una falsa alarma... Me dio por revisar el protocolo de seguridad que estaba colgado de la puerta de entrada: que cerrara las ventanas, que mantuviera la calma, que fuera a la zona segura, ¿pero cuál es la zona segura? Y mientras tanto, seguía acumulándose el gentío en plena calle obstaculizando el tráfico... Hasta que vi una llamada perdida de mi amigo, que él estuvo viviendo aquí durante 25 años, así que mi intuición me dijo que me estaba alertando de algo... Bueno, pues voy a salir a la calle, me dije, no sin antes ponerme los zapatos, el cinturón, la cartera... Y cuando bajé me encontré con él, incluso me había escrito un mensaje para que saliera de la habitación lo antes posible...

El caso es que cuando supuestamente tocan la sirena tienes aproximadamente 60 segundos para salir pitando de donde estés, y si te pilla en la ducha hay gente que sale incluso con la toalla anudada a la cintura, y en teoría hay zonas que están delimitadas como seguras porque supuestamente, en caso de derrumbamientos, son zonas protegidas, los edificios no caerían justo en ese punto... El caso es que yo, desde que tocó la sirena y en lo que empecé a ser consciente y reaccioné, pasaron por lo menos 10 minutos, si no más, y cuando estás en una tercera planta o inferior, como yo, tienes que salir del edificio lo antes posible... El miedo biológico apareció, no lo voy a negar, pero a una parte de mí no le hubiera importado vivir la experiencia de lleno, con algún temblorcito incluido, pero mejor no tentar a la suerte y aquí sigo, sano y salvo, ignorante de la magnitud de lo que podría haber pasado...




Y después de esta nueva experiencia para mí, seguimos paseando por la ciudad y tuvimos a la muerte más presente que nunca con la representación improvisada de catrinas danzando cual baile mágico, recordándonos que la vida es puro teatro. A veces nos enferma no expresar, pero otras veces es la creencia de que no hemos expresado todo lo que queríamos expresar...

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