―¡Hola Alicia!
―¿Y cuándo pensabas avisarme?
―soltó de sopetón.
―¿De qué?
―De la presentación, ¿de qué va a
ser? ―arqueó sus cejas y extendió sus manos hacia arriba dando a entender que
la respuesta era obvia―. De casualidad he visto el cartel en las redes sociales.
―Ah, justo iba a llamarte ahora.
―¿Ahora? ¿Con tan pocos días de
antelación?
―¿Y para qué necesitas más
tiempo?
―A ver, tú serás el escritor,
pero te recuerdo que yo soy tu musa, la gran protagonista de la novela, así que
no voy a ir con cualquier cosa.
―¿Y qué te vas a poner?
―No sé, ¡ya me está entrando
ansiedad! ―dijo agitando sus brazos para abanicarse y que le llegara aire
fresco―. No tengo tiempo ni de ir a Las Palmas a comprar algo en el Corte
Inglés. Además, ¿con los tiempos que corren nos dejarán viajar?
―Sí, ya podemos viajar.
―¡Menos mal! Porque sabes que sigue
en pie mi promesa de…
―Ssshhh, ¡calla! No desveles
nada, la gente no ha leído la novela aún.
―Anda, casi meto la gamba. ―Cerró
su boca de forma apresurada ―. Bueno, pues entonces miraré qué tengo en el
armario, algo sencillo, seguramente de negro, que me hace menos gorda. ―Y
mientras dijo esto último intentó aguantar su respiración para disimular sus
michelines.
―Y dale con que eres gorda, ¡pero
si estás estupenda! ¿Acaso no te has mirado en el espejo?
―¿Tú crees?
―Tú y tus inseguridades ―le
sonrió cariñosamente.
―¿Y la presentación será segura?
―preguntó con el miedo reflejado en su mirada―. Mira a ver si me vas a meter en
la boca del lobo.
―Claro que sí, están acomodando
todo para que cumpla con las medidas de seguridad y la gente podrá estar la mar
de tranquila. Nos sentiremos como en nuestra propia casa aunque tengamos que
llevar mascarilla.
―Bueno, me voy, a ver si
encuentro el vestido perfecto para combinarlo con mis tacones rojos―dijo
sonriendo―. Y con la mascarilla, que esta prenda se está convirtiendo en
indispensable y también hay que saberla combinar con la ropa. ―añadió―. ¿A qué
hora vienes a recogerme? La presentación es el sábado a las once y media de la
mañana, ¿verdad? Uff, tendré que poner el despertador para no quedarme dormida,
ya sabes mi historial con los sueños...
―Para ya, deja de hacer
preguntas, relájate un poco ―la cortó en seco.
―Sí, tienes razón, estoy atacada,
¿y tú no estás nervioso? ―le preguntó curiosa.
―Sí, un poco, pero confío en que
todo va a salir estupendamente bien.
―Tú y tu positividad.
―Nos lo tenemos que tomar como
una gran fiesta, ¡esa es la actitud!
―Sí, tienes razón, vayamos con la
intención de disfrutar ―hizo el amago de darle un abrazo hasta que se percató
de la situación―. Mierda, que no nos podemos abrazar. «Como te vean, seguro que
te multan», le soltó un pensamiento―. Bueno, pues nada. ―Y fue directa a
chocarle con el codo.
―Adiós Alicia, nos vemos el
sábado.
―Sí, nos vemos el sábado ―se dio
la vuelta y empezó a caminar, pero de repente dio un giro de ciento ochenta
grados para volver a comunicarse con su interlocutor―. Una última cosa ―le
gritó a lo lejos.
―Dime.
―Gracias, gracias por haber
escrito esta novela.
―De nada, gracias a ti por
inspirarme ―le respondió―. Por cierto, ¿cómo has llevado este confinamiento?
―Si yo te contara… ―resopló―. El
día en que lo haga asegúrate de llevar papel y bolígrafo porque tendrías
material para una nueva novela. ―le guiñó un ojo y se dio la vuelta.