miércoles, 27 de junio de 2018

Adictos al drama


Como las abejas que van a la miel o las polillas que van hacia la luz que emiten las bombillas, la mayoría de los humanos somos adictos al drama. Cuanto más drama haya, más queremos estar en primera fila para no perdernos ningún detalle de la película. Y no solo nos basta con presenciarlo, después lo alimentamos, lo engordamos, lo hacemos más grande, lo comparamos con otros dramas. «Lo tuyo no es tanto como lo mío; lo de este chico es mucho peor, fíjate lo que le pasó...» Si es una noticia trágica se contagia, si es una noticia esperanzadora, se escucha y en nuestras bocas el mensaje se estanca, no se comparte ni propaga. Las televisiones se vuelcan con el drama, o se volcaban, ya lo desconozco, pero ¿por qué esa adicción? ¿Acaso no podemos vivir sin esa dosis diaria de drama? También suceden cosas pacíficas, gente que sana, gente que se supera, acciones libres y desinteresadas... Entonces hay dos caminos, miedo o amor, drama o esperanza, por eso decido cambiar el drama por la esperanza…



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