miércoles, 3 de abril de 2019

¿En qué me parezco a una cebra?


Y cuando Elsa Punset lanzó la pregunta jamás imaginé la relación, pues nos parecemos a una cebra porque tenemos un cerebro que está programado para sobrevivir. El miedo nos ayuda a sobrevivir, activa nuestros pulmones, el ritmo cardíaco se acelera para llevar oxígeno a nuestros músculos y nos lanzamos a correr cuando alertamos un peligro que atenta contra nuestra supervivencia… La diferencia entre este animal y nosotros es que la cebra, una vez pasado el peligro, sigue pastando como si nada mientras nosotros, los humanos, enquistamos en nuestra memoria esa situación de peligro y nos paralizamos. Un cerebro que está programado para sobrevivir, no vivir, sino sobrevivir, así que aprendamos a gestionar nuestras emociones para que vivamos y no sobrevivamos…



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