viernes, 27 de febrero de 2015

El limpiaparabrisas

La función del limpiaparabrisas es limpiar el cristal tras o durante la lluvia, pero tú no te fijas, o por lo menos no deberías, en el movimiento que hacen de izquierda a derecha y viceversa, sino que mantienes la vista al frente y sigues conduciendo el vehículo. Si estás pendiente de ese movimiento monótono y repetitivo, probablemente te despistarás en algún momento del trayecto. Si eso ocurriera, la responsabilidad no es de los limpiaparabrisas, porque ellos simplemente estaban haciendo su trabajo, limpiar el cristal. La responsabilidad es tuya, por haber apartado la vista del camino...




El mismo ejemplo de los limpiaparabrisas podría servir para los pensamientos. La función de los pensamientos es generar conflicto y sacarte del ahora, pero tú no deberías estar pendiente de esos pensamientos que van y vienen, sino seguir mirando al frente y no apartar la vista de tu camino. Si te identificaras con algún pensamiento que de pronto aparece la responsabilidad es solamente tuya, por haberlo agarrado y no dejarlo ir. El pensamiento es totalmente inocente, pues únicamente hace su función: generar conflicto y sacarte del ahora. Tú decides...



Y ayer, en medio del embotellamiento que se produce a la entrada de Arrecife por las obras que se están realizando en la calzada, frené in extremis pero fue inevitable darle al coche de delante. Lo primero que hice fue recordar la simbología del accidente, que la vida me está diciendo ¡para! Encima, lo vi claro, porque fui consciente de que había agarrado un pensamiento y estaba totalmente despistado. Me empecé a reír y, tras solucionar el incidente en el que afortunadamente no pasó nada, empecé a dar las gracias. Gracias al accidente volví al presente. Ni tuvo que venir la policía. Yo fui el responsable, el único responsable...



Con cosas como las de ayer y cómo me las tomé, me doy cuenta de lo que he cambiado. Gracias, gracias, gracias...

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