Los días de lluvia...

A pesar de estar abrigado y protegido por el paraguas, me siento desnudo y la lluvia limpia mi alma… Recuerdo a las personas que compartieron conmigo y ya no están, la muerte o el fluir de la vida las han alejado de mi vista. Algunas me son indiferentes, otras me duelen, el dolor se hace tristeza y la tristeza no la quiero ocultar, la quiero abrir, acunar entre mis brazos ese duelo por las pérdidas hasta conectar con el agradecimiento por haber coincidido con ellas, aunque solo fueran unos minutos… Y los días de lluvia también me conectan con la alegría, el niño ve sus zapatos mojados y quiere saltar sobre los charcos o cantar. Y canté dando las gracias por estar vivo…

Y nadie pierde por dar amor...

Semillas que se encontraron en la tierra más profunda y germinaron juntas, pies enterrados simulando raíces que se aferran a la vida, brazos entrelazados que se fortalecen con abrazos, manos que acarician la espalda, besos con sabor a esperanza, cabellos que se enredan y son refugio para la vida que canta, esos pájaros que anuncian el alba, un nuevo amanecer, tal vez el último de nuestro existir… Bailemos, no sabemos si habrá un mañana… Y nadie pierde por dar amor, pierde quien no lo sabe recibir…

¿Un desafío sorprendente?

¿Un desafío sorprendente? ¿Eso es lo que me espera? ¿Pero le puedo hacer caso al mensaje que estaba dentro de una simple galleta? ¿Qué grado de credibilidad tiene? El que yo quiera, tal vez, si creo, creo, del verbo creer y crear. Entonces es una oportunidad para soñar con un nuevo regalo que está por llegar… Seguro que tú lo sabes, anda, porfa, adelántame algo, aunque sea una inicial. Sí, lo sé, me has dicho muchas veces que no me impaciente, intentar saber antes de tiempo es querer controlar. ¡Qué controlador sigo siendo! Quiero saber de qué desafío se trata, pero entonces no sería una sorpresa y las dos cosas van juntas de la mano, así que me enteraré cuando sea el momento perfecto y tal vez me quede perplejo, con la boca abierta. A lo mejor pasa de largo y ni me entero, antes me ocurría, pero ahora espero estar presente y que capte toda mi atención. «¿Y si es algo malo?», me susurra un pensamiento de la cabeza, ¡qué lindos son! No sé, gracias por participar, no tengas miedo... Confío en que pase lo que pase será lo mejor que me pueda pasar... Acepto el desafío, sorpréndeme, ven cuando quieras…

¿Cómo respondería el amor?

Y me hice una pregunta: ¿cómo respondería el amor? Entonces agarré el corazón entre mis manos, lo palpé, lo subí a mi boca y empezaron a salir palabras que iban tejiendo un mensaje lleno de gratitud y perdón sin saber si llegaría al destinatario, observando su dolor, su rabia, su incomprensión y tratando de verlos desde los ojos de la compasión, recogiendo los resquicios de rencor y curándolos con amor, hablando desde la reflexión y asertividad y no desde la reacción o las ganas de querer tener la razón... ¿Y si fuera tu última oportunidad de comunicarte con él, qué harías?, me volví a preguntar. Que viera mi inocencia, la verdad que se expresa a través de mi mirada...

La caída de las hojas

Y cuando llega el otoño puedes observar la caída de las hojas, lentamente, balanceadas por el viento hasta que reposan en el suelo y se mezclan con la hierba verde. El ciclo de la vida, nacen, crecen, mueren y otras nuevas vuelven a nacer para embriagarnos con su color esperanza, espectáculo que solo puedes disfrutar si estás en el presente... y en un lugar con árboles, añade la adorada voz de mi mente... Esta sigue corriendo a menudo entre el pasado y futuro, pero qué agradecido estoy porque ya paro, aunque sea de vez en cuando. Entonces mis ojos se posan en el momento presente para observar todo lo que acontece...

Chachi piruli

A veces crees que estás chachi piruli, pero no estás chachi piruli. La clave es esa, diferenciar entre creer estar y verdaderamente estar. Y para eso debemos conocernos a nosotros mismos, profundizar, apartar los velos de ignorancia que taponan nuestros oídos y nublan nuestra vista, mirar más allá de cómo creemos estar y sentir cómo estamos en realidad…

Evidencia científica

Lo primero que he hecho ha sido buscar el significado de la palabra evidencia: «certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar». Entonces me he preguntado por qué no me permiten dudar, por qué debo hacer caso a lo que alguien me diga o plasme en un estudio si no lo experimento por mí mismo. El conocimiento no equivale a sabiduría, consiste en hacerlo… ¿Por qué tanto desprestigio a las terapias alternativas? ¿Por qué no dejar abierto un abanico de posibilidades y que cada uno escoja la opción que le dé la gana, pero no guiados por otros, sino porque lo prueban en sus propias carnes y obtienen resultados beneficiosos?

Es como si yo les dijera que comerse un potage de berros en el pulmón verde de La Gomera sienta las madres y te dan ganas de repetir una y otra vez de lo rico que está. No se crean nada, por Dios, no me tomen en serio, vayan, pruébenlo y saquen sus propias conclusiones, no hay ninguna evidencia científica que lo demuestre ni pretendo convencerte de nada. ¿Hay que rechazar todo lo que no se pueda demostrar con un estudio científico? ¿Todo en esta vida tiene sentido? Sigue tu corazón y ese te dará las claves para sanar, pero no me tomen en serio, no lo puedo probar, simplemente ábranse a la posibilidad…