Soy
el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
Es curioso, pero justo ayer me acordé de estos dos versos del poema
“Invictus”, escrito por William Ernest Henley y que sirvió a
Nelson
Mandela
de sustento mental durante los 27 años que estuvo encarcelado, y
justo hoy también llega a mis manos otro de sus poemas favoritos que
él quiso compartir con el mundo entero:
“Nuestro
temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más
profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no
nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién
soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En
realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al
mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras
personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de
espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en
todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita
estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos
de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a
otros”.
¡Qué
casualidad!, pensé yo, que de repente y por diversas vías me haya
llegado algo de Nelson
Mandela,
pero como nada es casual y todo pasa por algo, por aquí lo
comparto...
Y
como hoy parece que esto va dedicado a Nelson
Mandela,
por aquí también dejo esta frase: “no
es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo”...
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