Jamás
pensé que una frase pudiera provocar tantas carcajadas. Alguien
susurró “déjate
en paz”
y el grupo allí presente empezó a reír, y cuanto más se reían,
menos podían parar. Eran risas para todos los gustos, algunas
potentes, otras más tímidas y otros que sin escucharse su risa la
sentían, porque era una risa conjunta. ¿Pero por qué “déjate
en paz”
pudo provocar tal aluvión de risas? La primera vez que la escuché
me acordé de lo que suele decir la gente cuando acaba una discusión,
que puede ser un tajante “déjame en paz”, como si el responsable
de que no estés en paz sea otra persona o situación y no tú mismo. Con el “déjate
en paz” se desmonta esa creencia tan limitante que tenemos de buscar siempre
la responsabilidad de lo que nos pasa fuera de nosotros. Un “déjate
en paz”
bien dicho en el momento perfecto, te revuelve por dentro y puede
hacer que cambies la forma de ver las cosas...
Y probablemente Felipe también lo acaba de pillar. Seguro que se está
diciendo a sí mismo: "Felipe, déjate en paz, Letizia no es la
responsable de tus problemas, únicamente lo eres tú". Y cuando llega
la comprensión, brota la risa...
Y al final de la
meditación, un silencio hermoso inundó la habitación. Debe de
ser que por fin nos dejamos en paz...
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