Ayer tuve mi
primera clase de Taichi y, aunque la monitora me dijo que lo
había hecho muy bien para ser la primera vez, me estallo de la risa
cada vez que recuerdo mi descoordinación con tantos movimientos...
Ése que está de
espaldas al final del grupo soy yo, con el abanico en el aire
intentando hacer lo que mis compañeros con tanto “jeito” saben
hacer. Por lo menos lo intenté, y eso es lo que importa, jeje. De
todas formas, tendré más ocasiones para ir aprendiendo la técnica
de los movimientos y, sobre todo, porque es lo que más me interesa,
disfrutar con el taichi, sin más pretensiones que no sea la
de disfrutar y hacer un poco de ejercicio, que siempre viene bien...
Y ayer también tuve
una conversación maravillosa con la que se empezaron a romper
algunas resistencias, dos espejos hablando frente a frente. Infinitas
gracias...
MUY BIEN
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