Tuve
la sensación de no ser un turista,
sino uno más de la ciudad. Con eso es con lo que me quedo, pues el
hecho de alquilar un apartamento en lugar de alojarte en un hotel
hace que te sientas como en casa. No tienes las comodidades de un
hotel, como que te hagan la cama o limpien la habitación, pero ganas
en otras cosas como relacionarte con los vecinos o sentir que formas
parte del vecindario.
No hubo ni
recibimiento ni nada. Me dan la llave en la calle y me dicen que es
el 4º piso, puerta azul, y con todos nuestros bártulos subimos las
escaleras empinadas del viejo pero cómodo edificio...
Nada más llegar al
apartamento me fui en busca de un supermercado para comprar lo
necesario y poder prepararnos el desayuno cada mañana. Por la calle
me encontré con una puertorriqueña y un dominicano, que muy
amablemente me indicaron cuál era el mejor sitio para comprar, y
cuando llegas a casa ya está todo listo, la wifi conectada y la
nevera en perfecto estado. Faltaba un mechero, un mechero que íbamos
a comprar pero que al día siguiente lo encontramos en el lugar que
estaba guardado.
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