Un día en New York
escribí esto...
“Una mañana gris
pero no lluviosa, tomando un té de manzana picante cerca del Central
Park. A veces los ratos de silencio resultan reconfortantes,
silencios que te ayudan a conectarte con lo que verdaderamente eres,
paz. A veces es necesario acallar esos focos de conflicto y el
silencio es primordial para ello. Callarse hasta que las palabras
sean más importantes que el silencio. Hoy me apetece estar
callado, en silencio, utilizando la voz únicamente para lo
imprescindible, para preguntarle a la dependienta cuánto es el té,
para preguntar por una calle si estoy perdido...aunque ni para eso
hay que hablar, porque si estás perdido ya te encontrarás...
Aquí, divagando en
el Café Europa de la 7ª Avenida con la 57th St de la
gran manzana, degustando un té que me sabe a manzana, mejor dicho,
que me huele a manzana, porque aún no lo he probado de lo caliente
que está. Gracias silencio. Gracias a las palabras que puedo
escribir en silencio. Estando en New York en silencio, ¡qué
contrariedad!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario