No
era el destino final, pero dado que teníamos que hacer una escala de
cuatro horas en esa ciudad, en lugar de esperar todo ese tiempo en el
aeropuerto, nos pudimos acercar a Amsterdam
para desayunar y pasear durante
una hora...
Fue
tiempo más que suficiente para recordar lo bonita que es Amsterdam,
pues ya había estado allí hace unos cuantos años, así que nos
sumergimos por sus calles y canales, llegando incluso a la Plaza
Dam,
una de las más conocidas de la ciudad. Allí se estaba desmontando
una feria y una de sus atracciones nos recordó hacia dónde
íbamos...
Con
esa hora tuvimos tiempo para ver y recordar sus calles, sus canales,
la arquitectura típica de las casas y el olor a porros, aunque
sinceramente yo prefiero los porros cósmicos, la verdad...
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