viernes, 24 de octubre de 2014

Guapito, tú vales mucho

Me están resultando graciosos los comentarios que pone la gente sobre mis escritos, porque algunos creen que sigo de viaje y me dicen “a ver si vuelves” cuando ya llevo días trabajando, o algunos que creen que estoy haciendo un viaje express, a la prisa y corriendo, porque no se explican que un día esté en Amsterdam, al día siguiente en Washington y al otro paseando por Central Park. Simplemente estoy contando mi viaje después de haber venido.

Ayer parece que se retomaron los ensayos de una obra de teatro en la que voy a participar, y aunque al final no ensayamos porque faltó la mitad del elenco, me dio muy buen sabor de boca, sobre todo porque al grupo se ha incorporado mi compañera y amiga Jimena. Será un placer contar con su ayuda y amistad, porque de teatro sabe un rato y me sabrá aportar buenos consejos.

Y también quiero compartir que a veces nos infravaloramos incluso sin darnos cuenta. Hacemos cosas que, fijándonos bien, las hacemos porque no nos queremos lo suficiente. Ese ejemplo que pusieron de que si alguien practica algún deporte y sufre una molestia, pero sigue practicando esa actividad a pesar de la molestia, se trata de un acto de infravaloración. Forzamos el cuerpo porque no nos queremos lo suficiente. Si nos quisiéramos de verdad, cuidaríamos nuestro vehículo e intentaríamos ponerle remedio. En fin, no sé, pero eso me llevó a pensar que quizás yo me estaba infravalorando sin darme cuenta en algunos aspectos, lo que casi me llevó a levantarme y mirarme al espejo para decirme: ehh, no, guapito, tú vales mucho. Al final hice eso mismo, pero sin mirarme al espejo...

Y por aquí dejo una frase que me encanta, que muchas veces repite mi amiga Manoli: “estate en el mundo, pero no seas del mundo”, o esa otra que dice que “estamos de turismo por el mundo”. Pues eso, que estamos aquí de paso...


Este mundo estaba en el Museo del Aire y el Espacio, en Washington, muy bonito, por cierto...

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