De entre todos los árboles que formaban una exposición a la entrada de la
Catedral de Chester, mis ojos se centraron en uno. Soy único, soy bello, soy
útil, creo en mí… Así eran todos los mensajes que hacían de adornos, un
árbol original, decorado con mucho amor…
«¡Qué genial manera de comenzar el año!», pensé. Era 1 de enero y la vida
me estaba recordando el poder que tienen los pensamientos que merodean por tu
mente. Aquello que crees, creas. Por eso hay que vigilar lo que
pensamos, mejor darle la vuelta y llenarla de afirmaciones positivas: soy amor,
estoy sano…
Y esta noche llegan los Reyes Magos…
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