¿Quién dijo
que eran difíciles? Si hablas con
naturalidad y no los tratas como superficiales, las creencias se desmontan. No
son difíciles sino que lo tienen más difícil, pues están creciendo y se
están convirtiendo en adultos, niños adulterados, que lo definí como si a un
niño le pusieras un montón de sobres de azúcar y comenzara a perder el sabor de
su esencia…
Y les dije que se podían morir, en cualquier momento, en una hora
incluso, lo que provocó la sorpresa en la sala, ¿acaso no se lo habían
planteado? Cuánto me recordaban a mí, que pensé que moriría cuando a mí me
diera la gana. Y que consiguieran sus sueños, que nunca es tarde para ello, que
nada ni nadie les diga jamás que algo es imposible, pues lo único imposible es
aquello que no intentas…
Hubo un momento en que me desplacé hacia un lateral y todos los
adolescentes habían girado sus cabezas, ¡estaban atentos! Y al final alguien
vino llorando y se abrazó a mí, se sentía emocionada. –Es que no me esperaba
esto, pensábamos que era un tostón como todo lo que nos traen-, me dijo. –Pues
muchas gracias-, respondí sonriendo. Y para terminar, un concierto sorpresa y
una pregunta final: «¿Qué harían si hoy fuera el último día de sus vidas?» Pues
háganlo, a qué esperan…
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