Fue
estar en un sitio en el que habitualmente no suelo estar, salir de
la rutina, y la sensación fue maravillosa. Ayer fui a Playa
Blanca a visitar a una amiga que está de vacaciones. El hecho de ir
a una playa totalmente turística e integrarme con los turistas que
disfrutaban de sus vacaciones, hizo que me diera la sensación de que
era yo el que estaba de vacaciones. Tumbado en la hamaca, así estuve
durante unas cuantas horas, tomando el sol después de un refrescante
baño, disfrutando de la conversación con mi amiga mientras su hija
nos deleitaba con exquisitos platos de chef a base de flores y arena,
lo único que había, explotando toda su imaginación y creatividad.
Estaba en la gloria, recordándomelo unos pájaros que cantaban a mi
lado. Así fue, salí de la rutina, hice algo que normalmente
no suelo hacer y menos entre semana, y la sensación fue de evasión
total, una burbuja que acabó con una deliciosa cena. Aproveché mi
día libre de ensayos, vaya que sí. ¿Todo eso se podía hacer un
martes, un martes laboral? Pues sí, todo eso y más...
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