Empiezo
hoy con una frase que me encanta y que leí ayer: “Se
necesita mucha más energía y esfuerzo para ser infeliz y hacer
sentir miserable a los demás, que para ser feliz y alegrar a otros”.
Pues eso, no malgastemos la energía y seamos felices de una vez por
todas...
Y
sigo con el día 6 de la aventura...
En
este día llegaba la primera de las duras caminatas. Habíamos
contratado a una persona para que nos hiciera de guía por el
escarpado valle. Nos habían asegurado que sabía inglés, al menos
inglés beduíno, lo que interpretamos nosotros como que chapurreaba
el idioma, pero nada, el señor iba con su bastón y de vez en cuando
hacía paradas para mostrarnos alguna cueva o espárragos silvestres,
pero de hablar nada de nada. Eso sí, nunca nos abandonó, incluso
cuando por señas le hicimos entender que podía marcharse porque
nosotros ya conocíamos el camino de regreso, él no se alejó de
nosotros. No sabía inglés, pero fue un guía fiel, incluso nos
preparó un té en mitad del camino. Todo un lujo...
Disfrutar
del paisaje hizo que el esfuerzo mereciera la pena. A algunos se nos
hizo cuesta arriba el regreso, pero con paciencia y tesón se llega a
cualquier rincón...
Y
al regresar al hotel nos esperarían dos taxis para trasladarnos al
siguiente destino. Si tengo que catalogarlo de alguna manera, esta
quizás haya sido la experiencia más peligrosa del viaje. En primera
fila, de copiloto junto al conductor, tenía que usar mis piernas
como frenos para mantenerme en mi asiento y no ladearme hacia el
conductor ni hacia mi compañero. Allí, eso de utilizar el carril
correspondiente, como que no se estila. Cada uno va por donde le
parece y, cuando ven un coche de frente, ya se apartan. Claro, lo
primero que me viene a la cabeza es que allí no saben conducir o que
conducen de forma temeraria, pero esto es un juicio que hago porque a
mí me han enseñado a conducir de otra manera. Esa es la forma que
tienen de conducir porque así la han aprendido y seguramente
consideran más segura. Si ellos vieran cómo conducimos en España,
igual les parecería de locos, quién sabe. Son formas de conducir
diferentes, ni mejor ni peor...
Entre
tanto vaivén, finalmente llegamos sanos y salvos a Wadi
Musa,
alojándonos en un hotel que está a las puertas de Petra.
Al día siguiente, la vida nos regalaría otra de las experiencias
más intensas...
Seguro que así les enseñaron .... o aprendieron , sin más .
ResponderEliminarY pienso ...... Ellos conducen igual que caminamos , de frente ; y cuando te encuentras a alguien , te haces a un lado ....!!!!! ¿¿¿¿ Será así ????