Se encontraron, no fue por casualidad, se buscaron guiados por aquellos
que se miraban... Dedos que se rozan y empieza el reconocimiento de lo que
están sintiendo, se saludan, tímidamente, se empiezan a acariciar, ansiosos de más,
por eso escalan lentamente hasta apoyarse completamente en la palma de la otra
mano. Manos que se hallan, se deslizan la una con la otra, se deleitan
con la suavidad del tacto, se entrelazan y se agarran con firmeza, fuertemente,
hasta que la presión se desvanece y vuelven a bailar, ajenas ya a todas las
miradas, porque los ojos se cierran cuando el sentir llega para que lo inunde
todo y lo demás desaparezca…
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