Y al escuchar la llamada supe que quería estar allí, romper la barrera de la vergüenza y recostarme a su lado, como un paredón que protege del viento al tallo que anhela enraizarse sobre la arena y crecer muy alto... Buscar nuestros ojos, alimentarnos con el brillo de las miradas y escuchar el sonido de dos corazones ardientes de esperanza y con ganas de liberarse de esos miedos que empañan... Y mientras fuera el tiempo sigue, dentro la vida se detiene para anclarnos en el momento presente, aquí y ahora, sin aspirar a estar delante de una cámara, sino sostener nuestras manos y crear un espacio ajeno a todas las miradas para que podamos bailar sin temor a nada...
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