Se estaba haciendo de noche y estaban a punto de cerrar la puerta. Aún
así, me dejaron pasar unos minutos y no quise perder la oportunidad. Salvo con
el guardián, no me crucé con nadie más. Estaba solo, silencioso, escuchando el
viento, la respiración y mis pasos al andar. Hacía muchísimos años que no
entraba en el cementerio pero, aún así, llegué a encontrar la tumba de un tío
que falleció muy joven mucho tiempo atrás. Muchos estaban enterrados en ese
lugar. Algunos pudieron vivir su vida con intensidad y otros tal vez no,
poniendo excusas y pensando que tendrían tiempo para realizar aquello que
querían realizar, pero el tiempo acaba, tarde o temprano acaba…
Tu vida empieza donde acaban las excusas. La peor enfermedad del mundo se
llama “excusitis”, que es encontrar siempre una excusa para cualquier
cambio o acción que quieras realizar. Estoy vivo, sano, a qué espero para
realizar aquello que quiero realizar. Tarde o temprano voy a acabar en el
cementerio, así que aprovecha este momento. Con paso firme y decidido salí del lugar
dispuesto a realizar las acciones necesarias para lograr mis retos, que se
cocerán a fuego lento, pero al menos ya he puesto la cocina en funcionamiento…
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