-
¡Ay, cuánto me duele!
-
¿Qué te duele?
-
La cabeza, me va a estallar...
-
Bueno, no te quejes tanto. Aquello
de lo que te quejas, nunca se aleja.
En vez de quejarte, agradece ese dolor.
-
¿Cómo voy a agradecer un dolor? ¿Estamos locos o qué?
-
El dolor es parte de tu inteligencia corporal, un indicador que te
avisa de algo. Por ejemplo, si pones la mano en el fuego y te
empiezas a quemar, enseguida la apartas. Si no hubiera aparecido ese
dolor para indicarte que apartaras la mano del fuego, ni te hubieras
enterado y ahora estarías con una mano menos...
-
Entonces, ¿el dolor es bueno?
-
Ni bueno ni malo, es necesario.
-
¿Y
qué podemos hacer cuando tengamos dolor?
-
No pelearnos con él. Aquello
a lo que te resistes persiste.
Piensa que es un aliado, está ahí para tu máximo bien...
-
Sí, bueno, vale, pero...
-
No hay peros que valgan. Además, si tanto temes al dolor, otra cosa que podrías hacer es
agradecer los momentos en los que no tengas dolor...
- ¡Pero qué fácil lo dices! Claro, como a ti no te duele...
- Si te digo la
verdad, me gustaría experimentar el dolor y sentir que viene a
ayudarme. ¿No me ves? Me clavan agujas y ni me entero...
- Normal que no te duela. ¡Eso es acupuntura!
- Ah, ya decía yo. Pues entonces agradezco estar la mar de agusto y no sentir dolor...
- Tú siempre buscando el lado positivo de las cosas...
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