Cuando
fui a Francia o a Jordania y escuchaba a la gente hablar, fui más
consciente de ello. Por aquí comparto un extracto del libro “El
quinto acuerdo”...
“Si
centramos nuestra atención en el modo en que se ha creado cada
palabra, descubrimos que cualquiera que sea el significado que le
asignamos a dicha palabra, se lo damos sin una verdadera razón.
Unimos palabras de la nada; las inventamos. Los seres humanos
inventamos cada sonido, cada letra, cada símbolo gráfico. Oímos un
sonido como el de la “A” y decimos: “Éste es el símbolo para
ese sonido”. Dibujamos un símbolo que representa el sonido, unimos
el símbolo y el sonido y le damos un significado. Por consiguiente,
todas las palabras en nuestra mente tienen un significado, pero no
porque sea real, no porque sea la verdad. No es más que un acuerdo
que establecemos con nosotros mismos y con las demás personas que
aprenden la misma simbología...
Si
viajamos a un país en el que la gente habla una lengua distinta, de
repente nos damos cuenta de la importancia y el poder del acuerdo. Si
aprendemos a hablar inglés y vamos a China, oímos hablar a la
gente, pero no entendemos ni una palabra de lo que dicen. Nada tiene
sentido para nosotros, porque no utilizan la simbología que hemos
aprendido. Muchas cosas son extranjeras para nosotros; es como estar
en otro mundo. Si visitamos sus lugares de culto, descubrimos
que sus creencias son completamente diferentes, sus mitologías no
tienen nada que ver con lo que nosotros hemos aprendido. Un modo de
llegar a entender su cultura sería el de aprender los símbolos que
utilizan, es decir, su lenguaje, pero si aprendemos una nueva manera
de ser, una nueva religión o filosofía, esto podría generar un
conflicto con lo que habíamos aprendido anteriormente. Las nuevas
creencias chocan con las viejas creencias y la duda surge de
inmediato: “¿Qué es correcto y qué es incorrecto? ¿Es verdad lo
que aprendí antes? ¿Es verdad lo que estoy aprendiendo ahora? ¿Cuál
es la verdad?”
Si
cobramos conciencia de esto, resulta fácil comprender que todas las
distintas mitologías, religiones y filosofías del mundo, todas las
distintas creencias y maneras de pensar, no son más que acuerdos que
establecemos con nosotros mismos y con otros seres humanos. Son
nuestra creación, pero ¿acaso son verdaderas? Todo lo que existe es
verdadero: la tierra es verdadera, las estrellas son verdaderas, el
universo entero ha sido siempre verdadero. Pero los símbolos que
utilizamos para construir lo que sabemos son sólo verdad porque lo
decimos nosotros”.
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