viernes, 26 de junio de 2015

La visita

La tarde fue lo que tenía que ser...

Llevar a alguien a escondidas para que conociera a otro alguien, esa básicamente era mi misión. Allí nos estaba esperando, en su trono, la reina de corazones, con la mirada radiante, guapísima, siendo también cómplice de la visita. El otro, entre emocionado y con el corazón a mil, seguía mis pasos por los pasillos del hospital. Confía en mí, le decía de vez en cuando, te prometo que no te voy a dejar ingresado, también le repetía, provocando la risa de aquel que se dejaba llevar sin tener la mínima idea de lo que iba a ver...

Hasta que por fin llegamos a la habitación y se produjo el esperado encuentro. Allí estaban Patricia y su marido, allí llegamos Julen y un servidor. Y después de las presentaciones iniciales me acomodé en la cama y no perdí detalle de lo ocurrido. Estaba en primera fila, viviendo un momento único, observando lo que hacían, testigo de lo que se decían. Les miraba, me miraban; les sonreía, me sonreían...

La enfermedad sólo es el esfuerzo que hace la naturaleza para sanar al hombre. Fíjate si nos quiere de verdad, que nos trae una enfermedad para que conectemos con la vida. Es una oportunidad para sacar nuestra mejor versión. Volví a recordar todas esas frases que en su día me dijeron y que siguen presentes en mi corazón. Ellos eran yo, yo era ellos, con la única diferencia de que los médicos nunca me asustaron con el diagnóstico, a pesar de la gravedad, y a ellos sí, pero viendo sus ojos brillar y la fortaleza que ambos desprendían, sentí que eso simplemente era otro peso u obstáculo que también podían saltar. Estábamos allí, presentes, agradecidos por la vida y por todo lo que estábamos recibiendo. Mis amigos...


La tarde fue lo que tenía que ser, una experiencia maravillosa, terminando de una forma inmejorable, haciendo lo que realmente nos apetecía hacer sin temor a la vergüenza. GRACIAS...

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