El
otro día me empecé a reír porque me hicieron dos preguntas y no
supe qué contestar. Alguien estaba siguiendo el blog y sentía que
yo era feliz y por eso quería saber si me costó mucho o cómo lo
hice para llegar hasta ahí. Si me preguntan cómo
lo hice
siempre me quedo en blanco porque no sabría que responder. No se
trata de una ecuación matemática en la que tienes que hacer esto
más aquello y multiplicarlo por lo otro para obtener un resultado.
Es más, muchas veces yo mismo me he preguntado cómo he logrado
alcanzar esos estados de paz. Supongo que me he dejado llevar y que
trato de no identificarme con los pensamientos, cuya única función
es fundirte en el conflicto. Y también, cuando me hacen esta
pregunta, me da la sensación de que la gente piensa que yo he
llegado a algo, a la meta, y a mí me da la sensación de que no he
llegado a absolutamente nada. Sólo elijo la paz, o por lo menos esa
es mi intención, en cada momento, día a día. Mañana, si hay un
mañana, lo mismo. Si estoy en paz, yo soy el responsable, si estoy
en conflicto, también soy el responsable y trato de devolverme a la
paz. Cada día es un empezar de nuevo...
Y
como una frase que acabo de leer: sólo cuando te niegas a fluir
con la vida, te estancas y quedas varado en la orilla. Entonces te
conviertes en un problema para ti mismo. Soltar
el control, esa es la cuestión...
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