Feliz Navidad, aunque estas
felicitaciones llegan un poco tarde, pero por una razón u otra no había podido
escribir hasta ahora y lo estoy haciendo en este mismo instante. Será que es el momento adecuado. Y encima añado lo de feliz navidad, pero de verdad, porque así nos despedimos todos de
la meditación del miércoles pasado, una meditación donde aprendimos el
verdadero significado de la navidad, que no es otro que el nacimiento de
nuestro maestro interior. Vivimos la navidad desde el interior, pero después
salimos a celebrarlo a la calle, cada uno con nuestros allegados, compartiendo
con ellos ese sentimiento…
Y ahora acabo de llegar de un
cumpleaños donde el plato estrella fue un caldo de millo. Mientras esperaba a
que el plato se enfriara, porque el caldo estaba hirviendo, me pusieron a leer
miles de tarjetas positivas que estaban colgadas en un biombo. De entre todas,
me quedé con una de ellas: Los milagros suceden a diario. Son consecuencias permanentes del amor en acción (María Teresa de Calcuta).
Y también estoy preparando la
maleta, porque el lunes viajo a Polonia a cerrar el 2014 y dar la bienvenida a
un nuevo año donde espero y deseo que
los milagros sucedan. Será el séptimo año que celebro esta fecha fuera de
Lanzarote y la verdad es que se está convirtiendo en una tradición. Primero fue
Nueva York, después Londres, el tercer año fue en la bella Venecia, al
siguiente me fui a Amsterdam, después Düsseldorf, donde ni siquiera mis
tratamientos de belleza impidieron que me fuera, el año pasado fue en la exótica
Estambul y ahora tocará en el frío y gélido país polaco. Sea donde sea, me comeré las uvas deseando salud y que la
vida me siga dando la oportunidad de vivir y experimentar. Gracias a todos
los que han compartido conmigo este año y gracias a todos los que serán cómplices
de mis aventuras en el año venidero.
El último escrito del año está
llegando a su fin y lo quiero despedir con un nuevo y rotundo gracias. Hasta el
año que viene…si el universo quiere…
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