No soy yo de coger
el teléfono cuando no sé quién está llamando, porque la mayoría
de las veces es para vender algo, pero como era un número local lo
cogí. Al final resultó que también era para vender algo...
Comercial: Buenos
días.
Yo: Buenos días.
Comercial: Mi nombre
es Grimanesa y llamo de Seguros Santa Lucía.
Yo: Encantado (y
por dentro riéndome porque recordaba lo de “aquello a lo
que te resistes, persiste”. Querías evitar llamadas de
ese tipo, pues ahora te la comes con papas).
Comercial: ¿Por
casualidad tienes algún seguro de defunción?
Yo: Sí, ya tengo
uno.
Comercial: ¿Y
cuáles son las condiciones?
Yo: Pues no tengo ni
idea, porque lo paga mi madre.
Comercial: Ah, qué
afortunado eres.
Yo: Pues sí, la
verdad es que soy muy afortunado (y pensando...no lo sabes
tú bien).
Comercial: ¿Y no te
interesaría cambiar?
Yo: Pues la verdad
es que no.
Comercial: Claro,
como te lo paga tu madre (entre risas).
Yo: Pues sí, ya te
dije que soy muy afortunado (más risas).
Comercial: ¿Y
seguros de hogar? Supongo que tendrás, ¿no?.
Yo: Sí, ya tengo
uno con el banco.
Comercial: ¿Y
cuánto pagas?
Yo: Pues ahora mismo
no me acuerdo, unos 180 euros más o menos (y en eso escucho un
resoplido). ¿Por qué, es muy poco?
Comercial: No, es
carísimo, nosotros tenemos unos mejores.
Yo: Ah, pues si me
pasas la oferta seguro que lo contrato, porque yo llevaba tiempo con
ganas de cambiarlo.
Comercial: Y si lo
tienes con el banco seguro que tendrás seguros de vida, porque los
bancos te lo exigen por el tema de las hipotecas (porque le dije
que tenía una hipoteca).
Yo: Pues no, a mí
no me obligaron a hacer ningún seguro de vida.
Comercial: Pues
menuda suerte, porque normalmente te lo exigen.
Yo: (entre risas)
Grimanesa, ya te dije que soy muy afortunado, y encima quería
cambiar el seguro de hogar y vas tú y me llamas.
(y después de
hablar un rato más con ella para acordar lo del seguro...)
Comercial: Pues
nada, ya te llamo para el 15 de enero y te envío la oferta. Y si
conoces a algún amigo que quiera también un seguro me llamas.
Yo: Entonces la
afortunada vas a ser tú, porque no venderás uno sino dos.
Comercial: Claro
(entre risas), la fortuna hay que repartirla.
Yo: Pues sí, tienes
toda la razón (y seguí riéndome un rato más después de
colgar).
Y es que con la
conversación volví a recordar que soy muy afortunado...
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