Me dejo llevar, respiro profundamente y confío en que la vida siempre me llevará donde necesite estar... Y así soy recibido por personas que me abren las puertas de su casa y me cuidan como si fuese un hijo, me brindan la oportunidad de conocer una nueva ciudad... Las primeras impresiones y prejuicios se desvanecen y poco a poco voy abriendo los regalos que la vida me ofrece... Paseo por sus bellos rincones, su olor me va resultando familiar, sus sabores me conquistan el paladar y sus gentes me invitan a desnudar mi alma y volcarme en el mensaje que quiero dar... Sin darme cuenta ya soy parte de ellos y se crean lazos de confianza que se afianzan sin esfuerzo, de forma natural, recibiendo consejos que me susurran que no tenga miedo a enamorarme, que esté atento a la señal... Reencuentros que hacen que mi corazón sonría por dentro, gratitud inmensa por todo lo que estoy dando y recibiendo... Y así surgió el amor entre Palma de Mallorca y yo...
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