Allí, flotando sobre el mar, no podía dejar de sentir gratitud. -¡Estoy
vivo!-, me salió de un suspiro y no paraba de sonreír mientras mis ojos
conectaban con el azul del cielo.
Dicen que una vida sin motivación es como estar en un ataúd a la
deriva, pero la vida parece estar regalándome más motivaciones para seguir
explorando y sanando. O yo las estoy creando, esa es la sensación…
La distancia no es sinónimo de olvido, pues cierro los ojos y sigo
sintiendo la conexión…
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