jueves, 30 de noviembre de 2017

Una jaula...

Una jaula que lo atrapaba, pero en la que creía estar protegido; una jaula que lo aprisionaba, pero en la que creía estar seguro. Su vida eran puras creencias que lo asfixiaban y anulaban hasta límites insospechados, pero vivía cómodo en su más pura ignorancia. Podía abrir la puerta, pero no se atrevía, tenía miedo a lo que pudiera encontrar fuera. F. Nietzche se preguntaba: «¿Cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a cenizas?»



Un día, por fin, salió, empezó a volar y ahora es muy difícil que vuelva a entrar…

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