Un aeropuerto es un escenario ideal para los reencuentros y dar rienda
suelta a la vida que circula por tus venas, esas emociones que le dan sabor y
color a lo que acontece en tu interior. A pesar de no haber ido al retiro, ese
ratito que pasé junto a mis amigos fue más que suficiente para contagiarme de
todo lo que vivieron y experimentaron. Una luna, el agua, la risa, todas
entrelazadas. ¿Y por qué acabé corriendo por el hall del aeropuerto?
Porque me regalaron otra motivación más para hacer la carrera, me inyectaron de
gasolina vital y al niño le entraron ganas de correr y saltar, simulando la
llegada a la meta. Y por supuesto lo hizo, no se quedó con las ganas… ¡Chei
viene a verme! ¿Y qué haremos? Sentir la vida en lugar de pensarla…
Y después de despedirme y darles la espalda, no pude sino sentir
agradecimiento por los amigos que tengo…
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