La
función en la vida no es sufrir, sino ser,
pero estamos tan arraigados a la idea de sufrir, que a veces lo vemos
como algo normal y te tachan de loco si estás todo el día sonriendo
y transmitiendo felicidad...
Mi
sobrino ya se ha adaptado al instituto, parece que le gusta, cuando
la primera semana era una preocupación y llanto constante por miedo
a suspender. Un niño le había metido tanto miedo durante el verano
diciéndole lo complicado y difícil que era, además de que las
profesoras eran muy duras y severas, que se creyó la historia y fue
todo un drama...
Ya
verás que lo vas a conseguir, confía en ti, tienes la capacidad
suficiente para salir adelante, pero deja de pensar de forma negativa
porque si no va a pasar precisamente eso, así que cambia el chic. Te
apuesto lo que sea a que dentro de un mes vas a cambiar de opinión y
te va a gustar más el instituto que la escuela...
Y
así ha sido, ya está adaptado y pone todo de su parte para superar
el curso, tanto, que hoy me llamó desde buena hora de la mañana para
preguntarme unas dudas de sus deberes de inglés. Cuando colgué el
teléfono me dio la risa porque justo acababa de leer el capítulo de
no hacer suposiciones del libro “Sea más feliz que el Dalai Lama”
y la cabeza ya iba acelerada haciendo suposiciones de todo tipo sobre
la llamada, averruntando si pasaba algo porque me estaban llamando,
jeje...
Se
trata de constancia, para ser menos reaccionarios hay que educar y
entrenar la mente, porque una
mente sin entrenar puede ser una puerta abierta al sufrimiento, pero sin exigirnos, eso es muy importante. Gracias Sonia, por todo lo compartido ayer. Y sí, confío en mí...
Y
cambiando de tema, dejo una foto del final de la playa de Famara.
Siempre digo que cuando voy caminando y llego hasta el final nunca
tengo una cámara para retratar ese momento, pero el domingo encontré
a mi fotógrafa particular. Gracias Gemma...
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