Estos
días en Playa Blanca he podido disfrutar de una piscina y jugar con
los niños a la pelota. Al final, como dicen mis amigos, parezco un
niño más, o peor que los chinijos, me dicen. En parte tienen razón,
me pongo a jugar y me emociono tanto, lo disfruto tanto, que quiero
batir el récord de aguantar con la pelota sin que se nos caiga al
agua. Lo gracioso es que cuando algún niño fallaba, yo les decía
que controlaran, que así no íbamos a conseguirlo. Automáticamente
me venía a la cabeza que de lo que se trata es de perder el control
y yo les decía a ellos que controlaran, jajaja. En lugar de eso, les
podría decir que estuvieran atentos, que se concentraran,
pero eso de que controlaran me sonaba raro. ¡Qué manía con
controlarlo todo!
Al
final, llegamos a tocar la pelota hasta 72 veces sin que se nos
cayera al agua. Toda una hazaña...
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