Fue
curioso lo que experimenté ayer. Me dijeron que me pusiera de pie
con los brazos extendidos horizontalmente y, mientras alguien trataba
de empujarlos hacia abajo, yo los conseguía mantener en la misma
posición con todas mis fuerzas...
Después,
durante unos treinta segundos aproximadamente, me empecé a decir
cosas negativas, como que no valía para nada, que no podía, que no
era nada bueno. Al acabar y alguien empujar mis brazos hacia
abajo, fue imposible mantenerlos en la posición. Se desplomaron sin
ofrecer la más mínima resistencia. Sentí cómo mi cuerpo se vaciaba
de energía...
Y
después hice todo lo contrario. Durante el mismo tiempo, comencé a
decirme cosas positivas, como que era un ser maravilloso, que era
poderoso, estaba repleto de salud y podía hacer absolutamente todo.
Ahora, al intentar echarme los brazos hacia abajo, sí que tuve
resistencia y no me dí por vencido. Mi cuerpo se volvió a cargar de
energía...
Y
todo eso fue para experimentar la fuerza que tiene el diálogo
interno. Si nos decimos cosas feas y negativas, nuestro sistema
inmunológico se debilitará y es más probable que tengamos
enfermedades. Por el contrario, si nos decimos cosas bonitas y
positivas, nuestras defensas se fortalecerán y seremos inmunes a
todo...
Gracias,
muchas gracias por haberme escogido como voluntario para experimentar la
fuerza del diálogo interno...
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