Hace unos cuantos
años trabajaba de guía turístico y una de mis funciones era
visitar a los turistas en sus respectivos hoteles y darles
información sobre la isla y posibles excursiones a realizar.
Recuerdo que yo siempre les decía que en Lanzarote apenas llovía,
si acaso veinte días al año, así que si tenían la ocasión de
presenciar un día de lluvia en la isla la gente local se pondría
muy contenta, porque les encantaba ver llover, sobre todo por lo poco
acostumbrados que estaban y porque era bueno para que las tierras
dieran su fruto, pero que ellos, los turistas, tendrían muy mala
fortuna si así ocurriera. En fin, el dicho es que nunca llueve a
gusto de todos. Pero si ahora volviera atrás añadiría decirles
que tanto sin lloviese como si no, disfrutasen del momento...
Hoy ha sido uno de
esos escasos días de lluvia en Lanzarote. Desde la vista
privilegiada de mi ventana pude ver la masa gris de nubes acercándose poco a poco a la ciudad...
Y de repente,
durante 25 minutos exactos, empezó a descargar todo su contenido
sin piedad...
Se habrán quedado a
gusto, habrán liberado todo lo que les sobra y a seguir fluyendo con
la vida. Y mientras, aquí unos estarán celebrando esas gotas de
vida que proporciona la naturaleza, y otros estarán angustiados por
verse atrapados en medio del diluvio. Nunca llueve a gusto de
todos, pero tanto a unos como a otros les diría que aceptaran y disfrutaran el momento...
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