Desde
la ventana de la nueva oficina puedo ver las montañas, las nubes, la lluvia, porque ayer ví llover desde la ventana. También
puedo ver los pueblos, Montaña Blanca, Tías, Güime. ¡Hay que ver
cómo ha crecido Güime! Y también veo árboles, sobre todo
palmeras, y coches, muchos coches, con un montón de gente que no
conozco en su interior, aunque ayer me dijeron que los
extraños no son extraños, son amigos que aún no hemos conocido.
Todo eso y más puedo ver desde la ventana, y no es que me distraiga
del trabajo, porque mientras tecleo lo que tengo que teclear, de vez
en cuando giro mi cabeza hacia la izquierda y lo puedo ver todo, como
ahora, que acabo de ver una gaviota pasar. Me paro unos segundos que
aprovecho para agradecer lo que estoy viendo...y sigo tecleando, con
alegría,
entusiasmo, salud, prosperidad y serenidad,
porque ayer alguien también me dijo que sale de su casa y dice que
es prosperidad, serenidad, salud, entusiasmo y alegría. Realmente
pedía todo eso, diciendo quiero..., pero le recomendaron que en
lugar de pedir afirmara todo eso, porque ya lo es. Y otra frase que
me provocó ciertas carcajadas al llegar a casa fue la de que “tú
no tienes nada, simplemente te crees que lo tienes”.
Tomaaaaa, día redondo...
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