Imagina
que estás en una montaña, un pico a miles de metros de altura,
donde puedes gozar de una vista privilegiada y tus pulmones se
hinchan de aire puro y refrescante. Te sientes genial, invencible y
privilegiado por ver todo lo que tu vista llega a alcanzar. Te
sientes tan bien que te gustaría estar así siempre. Pero de
repente, como de la noche a la mañana, tu escenario se transforma y
acabas en un cráter a gran profundidad, donde escasea el oxígeno y
te acompaña la oscuridad. El miedo te visita y sientes que no podrás
salir jamás mientras te preguntas por qué estabas arriba y ahora
abajo, por qué ese cambio tan drástico, por qué a mí si estaba
tan bien allá arriba. El pánico intentará paralizarte, pero si
confías en ti una salida encontrarás, escalarás poco a poco y,
mientras subes paso a paso, un nuevo escenario irás creando, un
nuevo escenario te esperará para continuar. ¿Será una nueva
montaña o un frondoso valle?
Probablemente
todos hemos pasado o pasaremos por montañas, cráteres y valles a lo
largo de nuestra vida, lugares que llevan implícito un aprendizaje.
La clave para sobrevivir a estos variopintos escenarios es la
aceptación,
la aceptación y confianza plena de que pase lo que pase en nuestra
vida será lo mejor para nosotros. Tal vez debemos pasar por cráteres
para disfrutar conscientemente de las montañas. De todas formas,
¿qué es la vida sino un camino lleno de altos y bajos? Como bien
dice la imagen, sin
picos y valles...la vida se apaga...
Y
Miriam, es verdad, gracias a esos picos y valles se puede leer la palabra
feliz...
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