El pobre, me compadecí de él, o tal vez es más rico de lo que piensas, rectifiqué... Parecía un vagabundo, vestía una camiseta amarillo canarión pero vieja y sucia, mis prejuicios occidentales se abalanzaron sobre mi cabeza, sin embargo sonreía, cantaba y me dio las gracias al decirle que me gustaba mucho su ciudad, Ayutthaya... ¿Quién soy yo para creer que es infeliz? Tal vez está en paz con lo que es y lo que tiene y no insatisfecho por lo que no tiene... Gracias, amigo, por recordarme el verdadero significado de la felicidad...
Y con esta reflexión me marcho de Ayutthaya rumbo a Sukhothai... Me recogieron en el hotel en tuk tuk y me dejaron en una parada de bus a las afueras de la ciudad en medio de una autopista. Al chófer le pregunté, mostrándole mi billete, si esa era la guagua que debía coger, porque no las tenía todas conmigo, pero me dio la sensación de que no entendía nada. Por suerte, otros viajeros me confirmaron que sí y aquí estoy sentado mientras escribo esta entrada y confiando en que así sea...
Y... ¡sorpresa!, nos han regalado una hamburguesa del McDonald's, esta franquicia siempre aparece cuando menos te lo esperas... La cogí y ya me la comí, que el viaje será muy largo, unas seis horas...
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